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El caballero de la noche renace en Tenochtitlan

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Horacio García Rojas da voz al superhéroe más audaz que ha visto la pantalla mexicana: un Batman moreno, orgulloso de sus raíces, que defiende el imperio mexica de la invasión española

IG @aramismexico

“Batman Azteca. Esas dos palabras juntas fueron simplemente… ¡Pow! Sonaba lo suficientemente loco”, confesó Juan Meza-León, director de la película, cuando le llegó la propuesta de Ánima Estudios. Y tenía razón. Cuando Warner Bros recibió los primeros bocetos del proyecto, su respuesta fue contundente: “Esto está lo suficientemente loco como para que me interese”.

Y en una industria cinematográfica que juega a la segura —con reboots predecibles, secuelas calcadas y remakes sin alma— “Batman Azteca: Choque de Imperios” representa exactamente lo contrario: un salto al vacío creativo que fusiona el universo del Caballero de la Noche con uno de los momentos más trascendentales de la historia mexicana.

La película estrenada en cines mexicanos y en HBO Max, es una colaboración sin precedentes entre Warner Bros. Animation, el estudio mexicano Ánima Estudios y Chatrone. Es la primera vez que Warner permite que un tercero llegue con una idea ya desarrollada y la lleve a cabo con uno de los personajes más emblemáticos de DC, según declaró José Carlos García de Letona, cofundador de Ánima.

En entrevista para la Revista Cosas, Horacio García Rojas nos comenta que creció en los años 80, en plena efervescencia de la ciencia ficción y los cómics. Recuerda con cariño los domingos corriendo a leer las tiras cómicas del periódico, sus primeros ejemplares de Asterix, y eventualmente, las ediciones que marcaron época como “La Muerte de Superman” y los primeros números de los X-Men que llegaron a México gracias al grupo editorial Beat.

“Era muy divertido porque justo la serie de Adam West, pues era muy dicharachera, era cómica”, recuerda García Rojas sobre el Batman de los 60. “Y todos crecíamos con el pum, pa, pum, que es que justo se leía la onomatopeya del golpe en las caricaturas”.

Pero cuando vio el “Batman” de Tim Burton en 1989, todo cambió. “Decías, oh, este es Batman entonces, o cuál es Batman, ¿el dicharachero, o este que ya es más serio, más adulto?” Un personaje con conflictos existenciales evidentes, con una relación compleja con el poder y el privilegio. Ese Batman más oscuro resonó profundamente con él.

Décadas después, cuando llegó la oportunidad de dar voz a Batman Azteca, García Rojas se enfrentó a un desafío único: crear una voz para un Batman que era fundamentalmente diferente a todas las versiones anteriores.

“Lo primero cuando te quedas con un personaje como Batman pues es jugar con el cliché de la voz oscura”, admite. “Te paras al espejo y haces toda la cantidad de matices de voces que pudiera llegar a tener Batman”. Pero el director Juan Meza-León le dio una dirección crucial: “Es joven, este Batman es un Batman muy joven, que no solo está descubriendo su voz como el caballero de la noche, está descubriendo su voz como individuo, punto”.

Este Yohualli Coatl está descubriéndose como adulto y como guerrero “en un momento clave de la historia de su pueblo, que es la llegada de aquellos que vinieron del otro lado del mar y que traen una ambición de poseerlo todo”. Era un Batman forjado en el fuego de la resistencia anticolonial, no en las calles de una ciudad moderna.

La producción de “Batman Azteca” presentó desafíos técnicos y artísticos extraordinarios. A diferencia del doblaje tradicional, García Rojas y su elenco —que incluye nombres como Álvaro Morte (La Casa de Papel), Teresa Ruiz (Narcos: México), Roberto Sosa y Omar Chaparro— no adaptaron voces existentes. Ellos crearon a los personajes desde cero.

“Nosotros hicimos voces originales. De alguna manera somos actores de voz, en este caso específico de Batman Azteca. No somos voces de doblaje, no hay otra referencia. Nosotros somos la referencia, nosotros creamos a los personajes”, explica García Rojas con orgullo evidente.

El proceso era particularmente complejo porque grababan en solitario, sin ver la actuación de sus compañeros, y con la animación aún por hacerse. “Hoy en día entramos solos. Entras tú y nada más tú”, describe. Para compensar, García Rojas se preparó meticulosamente: volvió a ver trabajos de Álvaro Morte, Teresa Ruiz y Roberto Sosa para tener una referencia auditiva de cómo entregaran sus líneas, aunque él grabará primero.

El director de doblaje Alan Velázquez y el director Juan Meza-León (conectado desde Los Ángeles vía Zoom) fueron sus guías en este proceso. “Es un ejercicio de fe muy interesante”, reflexiona García Rojas. “Cuando ves la película armada y ves que la manera en cómo tú entregaste el diálogo es congruente a la manera en cómo te lo está entregando tu compañero, tú sabes por qué estás viviendo todo el universo completo cuando tú sólo tenías una parte”.

El resultado final lo dejó gratamente sorprendido: “Creo que es de las cosas que más me ha sorprendido ver porque es donde tal vez tienes menos referencias”. Ver la película completa, con todos los elementos ensamblados, fue validar que el riesgo valió la pena.

El director Juan Meza-León y su equipo realizaron una investigación exhaustiva sobre la cultura azteca, incluyendo cómo se construían las estructuras arquitectónicas y el significado de los colores en la cosmogonía mexica, con el objetivo de incorporar estos elementos de manera auténtica en la película.

Meza-León explicó que solía haber un dios murciélago azteca llamado Tzinacan, y también en la cultura maya, llamado Camazotz, por lo que la adoración de una deidad murciélago realmente existía. “La posibilidad de que un guerrero se pusiera la capa o la máscara de esta deidad en la cultura azteca parece muy real”, señaló el director. “Es por eso que ves jaguares, águilas y todos estos guerreros animales, porque creían que encarnarían el espíritu del animal o la deidad”.

Alejandro Díaz Barriga sirvió como consultor cultural para asegurar que la representación fuera respetuosa y precisa dentro de los límites de una ficción fantástica.

Incluso la música incorpora elementos del tema icónico de Danny Elfman de Batman (1989), con la aprobación del compositor. El objetivo era “hacer que las audiencias sientan que es parte del mundo de Batman, pero que también es algo propio al mismo tiempo”, según explicó el compositor Ego Plum.

Para García Rojas, uno de los momentos más conmovedores del proyecto ocurrió en la Comic Con Mole, cuando un joven se acercó con un cosplay completo de “Batman Azteca”.

“Llegó un chico con un traje completo, con un cosplay completo de Aztec Batman, de piel morena, súper orgulloso de por primera vez tal vez tener, hacer el cosplay de un personaje que sí se parece a él”, recuerda emocionado. 

“Que no solo se está poniendo el traje de un personaje con el que el individuo que lo representa, físicamente a nivel fenotipo pues no hay similitudes. Esté, él podía haber sido Aztec Batman si se hiciera en un live action, porque el personaje se parecía a él”.

El joven expresó, “muy lleno de orgullo, de sentir que por primera vez uno de sus cosplays hacía como un sentido total”. Para García Rojas, ese encuentro encapsuló la importancia del proyecto.

“Y probablemente puedas tú identificarte con personajes en los que no te pareces, pero si además del alma del personaje, además físicamente se parece a ti, hay un doble clic”, enfatiza. “Y sobre todo porque sí es real que a las pieles morenas, a las pieles de las minorías, a los fenotipos de las minorías, sí hay un empuje dentro de los medios audiovisuales como por decirles que lo que son no es suficiente. Y ahora hay un héroe que te dice, es suficiente y está bien”.

No es solo Batman: también está la Mujer Jaguar, interpretada por Teresa Ruiz. “Un héroe y una heroína”, destaca García Rojas. “Entonces eso hace un clic bien interesante que pocas veces había sucedido en la industria audiovisual mexicana”.

García Rojas ubica a “Batman Azteca” dentro de un movimiento cultural más amplio que está transformando la percepción global de lo latino. Desde Bad Bunny encabezando el medio tiempo del Super Bowl cantando únicamente en español, hasta películas como “Coco” que celebran tradiciones mexicanas con autenticidad, hay un despertar del orgullo cultural.

“Lo que más me gusta utilizando a Batman Azteca como ejemplo, es que los chavitos y las chavitas están reencontrándose con una cultura que siempre estuvo ahí, pero que el medio se las había quitado”, observa. “Y están volviendo a decir, oye, pues yo soy un guerrero, yo quiero ser guerrero jaguar este próximo Halloween, o quiero ser una guerrera águila para el próximo Halloween, porque estoy reinterpretando mi propia realidad, estoy abrazando lo que yo soy y estoy sintiéndome orgulloso de ser lo que yo soy”.

La película llega en un momento particularmente significativo. Aunque no se anuncia directamente, el estreno de la cinta en 2025 llega exactamente 700 años después de la fundación de Tenochtitlan en 1325, lo cual le otorga una carga simbólica poderosa en términos de resignificación cultural desde la perspectiva contemporánea mexicana.

“Me emociona la posibilidad de pensar en que si conecta con el público como ya está conectando”, reflexiona García Rojas sobre el potencial de la franquicia, “que lleve a una película o una segunda entrega y probablemente abrir la puerta a todo un universo alternativo”.

El actor menciona el ejemplo de Bad Bunny, específicamente su estrategia de llevar a la gente a Puerto Rico “a conocer su cultura, desde su música”. Para él, esa es “una metáfora bien poderosa” de lo que los creativos latinos deberían estar haciendo: “Ojalá los medios audiovisuales en Latinoamérica y en México comenzamos a voltear a nuestra propia cultura y a nuestras propias raíces y en el propio poder que nuestra cultura a nivel narrativo tiene”.

García Rojas es consciente de que vive en “un territorio donde el mundo, no solo México, el mundo en general es un territorio que les da muchas cosas a uno y limita a otros”.

“Las diferencias nos han hecho que en lugar de celebrar nuestras diferencias y aprender a ver el mundo, aprender a ver el mundo desde diferentes puntos de vista nos puede ayudar a encontrar respuestas diferentes y que nos puede ayudar a generar puentes”, reflexiona sobre las desigualdades estructurales en la industria.

“Prendamos la tele y no vamos a ver representados el 75% de la población de manera equitativa y paritaria en los medios audiovisuales”, señala. “Siempre los buenos de las historias van haciendo lo que no son los buenos”.

Pero algo está cambiando. “Uno puede no disfrutar la música de Bad Bunny o sí disfrutarla, lo que no puedes negar es que hay un impacto cultural en su presencia en los medios”, argumenta. “El ruido mediático que está generando, su sola presencia y el hecho de que sea un tipo que solo canta en español quien lideré el espectáculo más visto en el mundo que es el medio tiempo del Super Bowl, ya está generando un diálogo que es bien importante y que nos está llevando a nosotros mismos apropiarnos de nuestra propia realidad”.

Para García Rojas, el momento actual es crucial: “Creo que es un momento en marcar nuestra diferencia sin meter el odio de por medio y sin enfrascarse en discusiones de odio y con aquellos que tienen ganas de odiar”. Su propuesta es clara: “Déjalos en su espacio únicamente hay que generar un estado de derecho en que protejamos a aquellos por los cuales se quieren propasar o por aquellos por los que quieren pasar por encima de sus derechos, pero no entremos en esas discusiones, pero sí sintámonos orgullosos de ser latinos”.

“Y si bailamos, y si cantamos y si dibujemos, y si creamos, y si produzcamos, y si echamos a volar nuestra imaginación, porque eso sí está pasando, y sí es bien bonito”, concluye con esperanza.

García Rojas es cuidadoso al contextualizar lo que “Batman Azteca” es y lo que no pretende ser. “Creo que es una buena manera de ver la peli con los jóvenes de la casa para que después de la peli, la peli no es un instrumento antropológico, no es una peli histórica, no es un documental, no pretende serlo, es una ficción fantástica, pero sí puede ser un gran pretexto en una película de aventura para después hablar de las realidades y de la historia de nuestro país y de reconectar con nuestras culturas”.

El mensaje que quiere transmitir es poderoso: “Saber que no venimos de pueblos solo salvajes, saber que venimos de pueblos que tenían un avance tecnológico en arquitectura, en botánica, en astronomía, en entender la medicina desde otra perspectiva y que eso es bueno hablarlo también y que es bueno recordarlo”.

Rotten Tomatoes muestra un índice de aprobación del 75%, lo que indica críticas favorables, aunque algunos críticos se centraron en su ritmo y narrativa a pesar de los elogios a su representación cultural y originalidad. Metacritic le otorga a la película una puntuación de 59 puntos sobre 100, reflejando opiniones mixtas que reconocen su fusión única de la cultura azteca y el mito de Batman.

Las reseñas oficiales destacan que la película es un experimento audaz que fusiona la cultura mexicana prehispánica con la acción de superhéroes, elogiándola por su importancia cultural y su premisa original.

La película también generó controversia, particularmente en España, donde algunos usuarios se quejaron de que promovía un “discurso hispanofóbico”. Sin embargo, otros defendieron que la historia presenta el punto de vista de los mexicas, frecuentemente ignorado en representaciones artísticas de la Conquista.

Más allá de las controversias políticas, la respuesta del público mexicano ha sido mayormente entusiasta, celebrando la creatividad con la que la cinta fusionó el universo de Batman con la simbología y mitología del México prehispánico.

El niño que corría a leer las tiras cómicas del periódico cada domingo, que coleccionaba ejemplares de Asterix y soñaba con ser parte de esas narrativas fantásticas, finalmente cerró el círculo. Pero no solo para él: lo cerró para millones de niños y niñas de piel morena que ahora pueden verse reflejados en un héroe que luce como ellos, habla su idioma y defiende su cultura.

“Ha sido cerrar un círculo muy bonito en mi carrera, y en mi vida como fan de la ficción y la fantasía, y también como intérprete y como creador y contador de historias”, concluye García Rojas con una sonrisa que se puede escuchar en su voz.

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